7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles.
8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un
abortivo.
9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de
apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios.
10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no
ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no
yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo
que habéis creído.
12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los
muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay
resurrección de los muertos?
13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó.
14 Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también
vuestra fe.
15 Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos
atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que
los muertos no resucitan.
16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en
vuestros pecados.